El almacén es una instalación que, junto con los equipos de almacenaje, de manipulación, medios humanos y de gestión, nos permite regular las diferencias entre los flujos de entrada de mercancía (la que se recibe de proveedores, centros de fabricación,) y los de salida (aquella mercancía que se envía a la producción, la venta, entre otras.). Estos flujos suelen no estar coordinados y esa es una de las razones por las que se precisa definir una óptima logística de almacenamiento.
Tipos de almacenes
En ocasiones, la actividad económica de una empresa puede exigir de uno o varios tipos de almacenes: de materias primas, de productos semielaborados, de productos terminados, etc. Todos ellos han de estar ubicados en función de las necesidades específicas de su funcionamiento y de acuerdo con las restricciones o las posibilidades de cada localización y su entorno.
La mejor manera de clasificar los distintos tipos de bodegas que se pueden dar en la actualidad es agrupándolas según sus características comunes:
Según la naturaleza del producto se pueden encontrar bodegas especializadas en bobinas, productos inflamables, perfiles, pequeño material, recambios, productos perecederos e incluso bodegas que son de uso general, entre otras posibilidades.
● Dependiendo del flujo de materiales, las instalaciones pueden agruparse en aquellas destinadas a materias primas, componentes o productos semielaborados, productos acabados, bodegas intermedias, depósito y para distribución.
● En cuanto a su localización, se habla de bodegas centrales, regionales y de tránsito.
● En cuanto a su mecanización, pueden ser manuales, convencionales o automatizadas.
¿Qué actividades se llevan a cabo en un almacén?
Las labores desarrolladas en un almacén principalmente son:
➔ Recepción de mercancía
➔ Su verificación
➔ Transporte interno (entre distintas zonas del almacén)
➔ Almacenaje y custodia
➔ Preparación de pedidos y la consolidación de cargas
➔ Despachos de mercancía
➔ Gestión e información relativa a inventarios mensuales , movimientos de entradas y salidas.
¿Qué elementos intervienen en un almacén?
Son varios los factores que hay que tener en cuenta a la hora de estudiar una instalación. Principalmente, se ha de considerar el producto que se va a almacenar, el flujo de
materiales o mercancías, el espacio disponible para albergarlos, los equipos de almacenaje –tales como las estanterías y los equipos de manutención–, el factor humano (el personal), así como el sistema de gestión y la política de la empresa.
A partir de todos estos elementos se han de recopilar una serie de datos que influirán en diversos aspectos de la instalación y que se tomarán en cuenta a la hora de desarrollarla.
¿De qué partes consta un almacén?
El almacén más simple suele constar de puertas de acceso, una zona libre para maniobra y verificación, una zona de almacenaje para ubicar la mercancía, una oficina de control para la gestión de la planta y unos aseos y vestuarios para el personal.
A partir de la configuración más simple, se pueden ir añadiendo otras zonas, tales como la de recepción, la de embalaje y consolidación, de despachos, de recarga de las baterías para los montacargas, así como muelles de carga. Un ejemplo de configuración de este tipo podría ser el siguiente:
A su vez, el almacén puede estar dividido en sectores en función del producto que se maneje o según la operativa de trabajo. En la siguiente figura se ilustra un ejemplo de este tipo de organización:
1. Edificio de oficinas y servicios.
2. Muelles de carga y descarga.
3. Recepción y verificación.
4. Despachos de mercancía.
5. Bodega de alta rotación o producto voluminoso.
6. Picking de alta rotación sobre estibas.
7. Bodega de productos irregulares.
8. Bodega de componentes de media rotación.
9. Bodega de componentes de alta rotación.
10. Bodega de componentes de baja rotación.
11. Bodega de productos de alto valor.
12. Zona de embalaje y consolidación.
Asimismo, los espacios asignados a cada zona han de ser los adecuados en función de las dimensiones del terreno o del edificio, la capacidad deseada, las operaciones que se tengan que realizar, del personal y de los medios necesarios, el flujo de materiales y las posibilidades de crecimiento futuro.
En cualquier caso, la adecuación del proyecto y el diseño de las áreas dentro de la instalación vendrán determinados por un exhaustivo estudio de las necesidades de la empresa –a través de las preguntas previamente planteadas–, así como de la experiencia en la implementación de soluciones logísticas y de almacenaje que tenga el proveedor.
Todo el almacén –su forma, el contenido y los accesos– debe estar en consonancia con las necesidades específicas del cliente y, además, deben preverse las posibilidades de crecimiento. Un almacén demasiado ajustado y sin capacidad de expansión en el futuro es un error, salvo si se trata de una instalación temporal o de crecimiento estático.
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