La recesión es un término que, ronda periódicamente a las economías globales y nacionales. En el contexto actual, donde la inflación, las tensiones geopolíticas y las disrupciones en las cadenas de suministro moldean el panorama económico, la pregunta sobre si estamos al borde de una recesión cobra especial relevancia.
Mientras algunos afirman que una recesión es inevitable, otros argumentan que los fundamentos económicos siguen siendo lo suficientemente sólidos como para evitarla. Pero, ¿cómo sería una recesión en este escenario tan particular?, ¿Qué nos lleva a pensar que está cerca o lejos? Y, lo más importante, ¿cómo podemos prepararnos para cualquiera de los dos escenarios?
¿Cómo se vería una recesión en la actualidad?
Las recesiones de antaño dejaron imágenes imborrables: grandes caídas del PIB, desempleo masivo, quiebras empresariales y una contracción severa del consumo. Aunque estas características persisten, la naturaleza globalizada y tecnológica de las economías modernas le otorga un matiz distinto a una posible recesión actual.
El desempleo, aunque parece contenido, podría aumentar a medida que las empresas reduzcan sus gastos. Las empresas más pequeñas serían especialmente vulnerables, enfrentando problemas financieros y posibles quiebras. Los mercados financieros también reflejarían este entorno, con caídas marcadas en las acciones, particularmente en sectores cíclicos como el automotriz o el energético, mientras que los inversionistas seguirian migrando hacia activos más seguros, movimiento que se ha dilatado con el “rush” que provocó Trump.
En términos globales, una recesión también profudizaria las desigualdades económicas y las tensiones entre países. Las economías emergentes, dependientes de flujos de capital extranjero y exportaciones, (como México) se verían especialmente afectadas. Los países desarrollados, con más herramientas fiscales y monetarias, podrían amortiguar mejor los impactos, aunque no serían inmunes. Una recesión en la actualidad no solo sería un golpe económico, sino también un recordatorio de nuestra interdependencia global.
¿Por qué algunos anticipan una recesión y otros no?
Quienes ven una recesión inminente señalan que el aumento de las tasas de interés, implementado por bancos centrales, encarece el crédito, desincentiva el consumo y limita las inversiones. Un orden igual de conocido que poco respetado.
Destacan los altos niveles de deuda en gobiernos y empresas, lo que podría provocar crisis de liquidez si las condiciones se endurecen aún más. Además, mencionan que los choques externos, como las multiples guerras, que continúan afectando los mercados energéticos y las cadenas de suministro.
Los que creen que la recesión no llegará argumentan que los mercados laborales muestran resiliencia, con bajas tasas de desempleo y aumentos en los salarios, lo que sostiene el consumo. Les gusta mencionar que ciertos sectores todavía tienen espacio para crecer. También confían en que las políticas económicas actuales han sido diseñadas cuidadosamente para evitar un colapso severo. Así, las discrepancias reflejan la incertidumbre inherente a las economías y la dificultad de predecir con exactitud su comportamiento… ¿Tú a quién le crees?
¿Cómo prepararse en caso de que llegue la recesión?
Prepararnos para una recesión implica tanto protegerse de posibles pérdidas como posicionarse estratégicamente para aprovechar oportunidades. Contar con un fondo de emergencia que cubra entre seis y doce meses de gastos básicos es un paso inicial para afrontar imprevistos sin recurrir a deudas adicionales, especialmente en un entorno de tasas de interés elevadas. Invertir en activos refugio también puede ayudar a proteger el patrimonio frente a la volatilidad.
También debemos reducir o eliminar deudas de alto costo, independientemente de que sean personales o de empresa. Las inversiones inmobiliarias suelen ser más estables que los mercados bursátiles en tiempos de crisis. También, identificar activos subvaluados durante la recesión puede ser una oportunidad. Muchas veces, estos activos, cuyo precio ha caído, ofrecen rendimientos importantes a largo plazo.
¿Qué significa si no llega la recesión?
Si la recesión no se materializa, el panorama podría ser más optimista de lo esperado, con un crecimiento sostenido en la economía. Esto implicaría un aumento en la confianza de los mercados financieros, donde los inversionistas estarían más dispuestos a asumir riesgos. Sectores como la tecnología, las energías renovables y los activos digitales se verían en crecimiento.
La ausencia de una recesión no garantiza estabilidad absoluta. Algunos desequilibrios económicos podrían permanecer sin corregirse, creando riesgos para el futuro, como burbujas financieras o desigualdades crecientes. Incluso en un escenario optimista, la cautela sigue siendo un enfoque prudente.
El debate sobre la llegada de una recesión subraya la incertidumbre inherente a las economías modernas. Esta cambiando la predictibilidad de los mercados, y en este contexto, la clave está en la preparación y la flexibilidad. Construir estrategias diversificadas y resilientes permite adaptarse a diferentes escenarios, ya sea enfrentando una recesión o aprovechando un periodo de expansión.
Diego Alcalá, Director de Operaciones en Comprando América
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